Si atendemos al amor que sentimos por nosotros mismos, podemos constatar como el personaje critica el yo idea para reforzar el yo ideal. Ya me diréis que pérdida de tiempo, como si no fuesen las dos caras de la misma moneda. Pero aquí podéis contemplar el despilfarro de emociones y, en consecuencia de energía, en la tarea absurda de hacer sentir culpable al yo idea por no estar a la altura de los ideales de perfección que defiende el yo ideal. Es una especie de masturbación emocional desagradable, porque todo gira en torno a la presunta bondad del interesado.
Claro que cuando esta clase de emocionalidad se vierte sobre los demás todavía es más desagradable. Una de las actividades emocionales preferidas del personaje es la autocompasión; y para poder auto compadecerse necesita pasarlo muy mal. Así que se dedica a exagerar las dificultades que tiene para poderse ocupar de las heridas que la realidad, supuestamente, le infringe. La realidad nos pone delante los obstáculos que debemos enfrentar porque podemos hacerlo y nos desarrollaremos haciéndolo, pero el personaje se complace en acentuar la idea de ser débiles y estar desamparados para tener ocasión de solicitar el auxilio y la compasión del entorno.
Y a veces, si no consigue el éxito esperado, lo hace acusando de insensibilidad a este entorno: no basta con que él lo pase mal, es preciso que todas las personas que dicen quererlo, compartan su dolor y sufran con él. Y es que el poder que tiene una persona que sufre en un entorno preocupado por ella es enorme: no se puede contradecir ni obligarle a modificar su conducta a alguien que ya está sufriendo tanto.
Pero toda esta compasión, tanto si es propia como ajena, envenena el espíritu y debilita cada vez más. El sujeto afectado por esta dinámica corre el peligro de ser incapaz de desprenderse de su “mal”, porque el “mal” es lo que piensa que le justifica y le da importancia ante los ojos de los demás. Por eso el verdadero amor se demuestra aquí negándole esta compasión e invitando al interesado a despertar y a darse cuenta de que es perfectamente capaz de enfrentar la situación si pone su conciencia en ello. No hay que temer que te acusen de ser insensible porque estás comunicando una buena noticia.
Como dice Blay: el amor profundo puede dar la apariencia de desamor. Sucede cuando no le das cuerda al personaje, cuando atiendes a sus problemas para reforzarlo, no para compadecerlo.
Pero hay otra manifestación todavía peor: cuando el personaje se apoya en lo superior para justificar su falta de interés por las cosas concretas y las personas con nombre y apellido. Sucede cuando en nombre de la unidad se desprecia la multiplicidad o en nombre de la esencia se desprecia la existencia. El Todo siempre incluye, protege y defiende a la parte, ¿cómo podría rechazarla y marginarla si es su parte?
Así que el que tiene más conciencia ha de entender y proteger al que tiene menos; aunque no necesariamente tal como pretende este último.