Precisamente cuando la olvido es cuando más me emociono, cuando más intensamente reacciono ante una película bien hecha.
Pero ¿qué ocurre en esos instantes en que solo percibo lo que veo en la pantalla, en que estoy contento, alegre o asustado según se desarrolle el argumento? Sencillamente, que he olvidado mi noción de realidad, y aunque sigo teniéndola no la vivo como mía sino que se la doy al personaje con el que me identifico. Confundo mi noción de realidad con la suya. Estoy literalmente hipnotizado por aquella imagen, por el personaje que representa, y toda mi noción de realidad, en vez de vivirla como mía, la vivo como perteneciente a él. Yo, en aquel instante creo ser él.
Fragmento del libro de Antonio Blay: Plenitud en la vida cotidiana (Ediciones CEDEL) (capítulo III)
A la luz de este fragmento podemos reflexionar sobre los siguientes puntos:
1.- ¿vemos claro que la realidad siempre la ponemos nosotros?
2.- ¿qué es despertar?