Las fronteras en el Trabajo.

Todas las personas que emprenden el Trabajo se encuentran, ya desde el primer momento, con que éste les plantea traspasar algunas fronteras que, en el nivel de conciencia del que parten, parecen imposibles de cruzar. El simple hecho de despertar, de descubrir que hay, además dentro de nosotros, un espacio interior desde el cual todo es y se vive de forma distinta, ya es para el neófito algo más parecido a la alquimia que a la ciencia, aunque la experiencia, más pronto que tarde le da fe de esta realidad.

Adjetivos como “sorprendente”,  “increíble”, o“alucinante” suelen utilizarse varias veces en los primeros diarios, hasta que la constatación de que aquello es, y de que nosotros somos, algo real y accesible cada vez que nos prestamos atención, hace que estos adjetivos den paso a otras expresiones como “natural”, “auténtico”, “soy yo”, y similares.

Un paso más en esta dinámica suele darse cuando este nivel de conciencia se pone a prueba en determinadas situaciones más “complicadas”, como por ejemplo las conversaciones, aquí también se pasa de una declaración de imposibilidad muy manifiesta a un descubrimiento inicial que da paso a una experimentación gozosa y plena en la que la persona se desenvuelve, otra vez, con naturalidad.

Y también en planos más elevados este proceso se repite quizá con tempos más variables pero con los mismos parámetros. Jordi comenta cada año la dialéctica que ha de establecer con muchas personas que le manifiestan sus grandes reticencias para ir a Oseira y para contactar con un mundo, el religioso, con el que tienen no pocos reparos, o incluso una animadversión a veces rayana en la urticaria. Y, aquí también, el paso por este monasterio (iba a decir que curiosamente, pero evidentemente este adjetivo aquí no procede) da lugar, a veces de modo directamente proporcional a las quejas anteriores, a una descripción entusiasta de la experiencia, y a la petición de reserva para el retiro del año siguiente. 

En definitiva, como en aquella imagen de la persona a la que se le traza un círculo de tiza alrededor, se le dice que no puede salir, y no se mueve, la persona en el Trabajo descubre que sí se puede mover, incluso dar un salto con gracia para traspasarlo.

¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto? 

La primera es que los parámetros que nos informan de nuestras posibilidades iniciales se revelan imprecisos sea cual sea el nivel en el que estemos, porque no estamos hablando sólo de un personaje que, por definición, es miope y tira a un pesimismo cuya habitualidad durante lustros no le otorga ni un ápice de validez, sino también de una personalidad que da pasos alineada con su esencia, para ella también la primera fase del Trabajo, que podríamos catalogar de descubrimiento, como sobre todo la segunda, cuando se incide de forma concreta en su desarrollo, está plagada de empresas “imposibles” o, bajando un poco el listón cuando empezamos a intuir que hay más cera de la que vemos arder, “muy difíciles”. 

La segunda es que el Trabajo cada vez se nos dibuja como dinámica con entidad y con una sabiduría sobre nosotros mismos que nos trasciende, porque sus directrices e indicaciones resultan ser más fiable que las gafas (o orejeras) que, sepamos o no, llevamos puestas.

Y, la tercera, ésta con un ritmo de maduración más lento, es que el Trabajo se convierte en algo así como el vestido con el cual salimos a la calle/mundo, en la forma no tan sólo de cobijo sino también de expresión y relación con él, la forma a través de la cual somos, y somos cada vez más, en una plenitud que tiene lugar y se manifiesta a través de esta herramienta. Aquí ya no hay dudas, y la constatación de una realidad distinta que ya no nos sorprende es la antesala de un camino decidido y con paso firme esta realidad, porque disponemos de un vehículo  válido para transitarlo. 

Finalmente, para algunos el vestido pasa a ser piel, el Trabajo somos nosotros y nosotros somos el Trabajo, y este concepto de nosotros es cada vez más y más amplio.

 

7 comentarios en “Las fronteras en el Trabajo.”

  1. Me parece un buen resumen del proceso que se recorre en el Trabajo y cómo el superar fronteras que al comienzo parecen infranqueables te abre la puerta a un pasaporte con el que el mundo se te hace más pequeño y asequible. Me llama mucho la atención la comparativa con un traje y posteriormente con la propia piel, es una imagen visual bastante acertada.

  2. Blay decía que lo que puede ser cierto en un nivel puede ser falso, o no cierto, en otro.
    Hablar sobre las fronteras en el Trabajo ilustra esto.
    Por un lado vemos y sentimos lo que nos cuesta avanzar en los niveles superiores de conciencia (experiencia y centramiento, nueva experiencia y nuevo centramiento, … ), y por otro constatamos que las fronteras si existen son mentales.
    Es decir están prefabricadas por nosotros mismos de manera inconsciente. Hacerlas estallar con un poco más de amor y de voluntad, es avanzar en la alegría de vivir.
    Desde otro punto de vista entonces, el Trabajo no tiene fronteras porque siempre pide crecer y avanzar.
    Paso a paso y con paciencia.

  3. Hemos hablado de las fronteras interiores en el Trabajo.
    Creo que también existen fronteras o barreras exteriores al Trabajo.
    Viéndolo en positivo, los impedimentos exteriores nos ayudan a desarrollar y a crecer. Pero los que van en contra de los derechos humanos (véase la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948), causan daño y dolor innecesarios.

  4. No quisiera que el hablar de Jesús representara una frontera interior en el Trabajo, para mí.
    En mi caso, pobre de mí si no me atrevo.
    En su vida pública, Jesús tuvo que enfrentar las fronteras exteriores de fariseos, de saduceos y de las autoridades romanas.
    Desde su mental inferior, pretendían imponerle las normas que salvaguardaban sus sendas mentiras existenciales.
    Queda claro en los evangelios.

  5. Como en la escena del pequeño yezidi de la película «Encuentros con hombres notables» (1979), no hay que trazar círculos de tiza alrededor de las criaturas para hacerlas sufrir.
    Más bien ayudar y ayudarnos a borrar los círculos de nuestras propias creencias falsas.

  6. A diferencia de las creencias falsas, a mi entender las creencias verdaderas van acompañadas de experiencias positivas o felices, que fluyen con la vida y van a su favor.

  7. Finalmente, digamos algo sobre las creencias falsas y las creencias verdaderas en religión.
    A mi entender, son creencias falsas las que a nivel mental bloquean los procesos de crecimiento interior.
    Aquí la letra (la doctrina mal entendida) corta el acceso al Espíritu. Se opone a la Vida.
    Son creencias verdaderas las que trascienden la propia religión. Por ejemplo en el cristianismo, cuando la religión de Jesús me ayuda a llegar a Jesús.
    Aquí la letra (la doctrina bien entendida) facilita el acceso al Espíritu. Va a favor de la Vida.
    Las creencias verdaderas hacen estallar fronteras, y son camino de liberación interior.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio